lunes, 23 de diciembre de 2013

SOBRE CALAMBRES MUSCULARES

Hace unos días comentábamos, junto con uno de nuestros ciclistas, las posibles causas por las que en una de las primeras competiciones en las que tomaba parte este año sufrió unos intensos calambres musculares que le hicieron descolgarse del grupo delantero. Al hilo de esta conversación y revisando la bibliografía sobre este tema, nos surgió la idea de escribir acerca de esta cuestión. Sin duda, una de los que más curiosidad despiertan entre la comunidad ciclista y triatleta, entre otras cosas, porque nadie todavía parece haber dado con la solución definitiva para librarse de ellos.
El hecho fisiológico desencadenante es la alteración en la conductividad del estímulo nervioso encargado de provocar la activación de las células musculares que, de manera coordinada, dan lugar a lo que conocemos por contracción muscular. Pues bien, cuando ese estímulo nervioso se transmite de manera irregular y no está modulado, provoca un colapso y la consiguiente activación descoordinada de las células musculares que conducen al calambre muscular. Pero ¿qué es lo que produce esa alteración a nivel muscular?
Sobre las causas del calambre muscular se ha escrito ampliamente. Lo cierto es que no se ha llegado a comprobar una causa única, sino varias que pueden actuar, o de manera exclusiva o combinada. Hagamos un repaso a las mejor identificadas.
1-Deshidratación o hidratación inadecuada: Parece ser que el desequilibrio de líquidos o fluídos en el tejido muscular puede ser uno de lo s motivos que altere la conductividad de los estímulos nerviosos y que a la postre provoque la contracción involuntaria del músculo. No solo la falta de fluídos, sino el déficit de algunos minerales como el sodio, el potasio o el calcio pueden ser los responsables de este transtorno. Por este motivo, es interesante siempre mantener una buena hidratación con líquidos que contengan sales minerales, especialmente en esfuerzos de larga duración o ambientes calurosos que provoquen sudoración intensa.
2-Fatiga muscular: Situaciones de fatiga muscular muy severa pueden desencadenar también el descontrol en la actividad muscular y con ello el temido calambre. Esta fatiga sobreviene por un sobreuso, tanto en duración como en intensidad. Esfuerzos muy prolongados, que a su vez también pueden venir acompañados de deshidratación (factor 1) a los que no estamos acostumbrados o bien esfuerzos de intensidad superior a la que estamos habituados, o la suma de ambas circunstancias, desembocan a menudo en la aparición de los calambres. El ejemplo más claro lo tenemos en competiciones en las que participamos sin tener un nivel de preparación muy elevado (no en intensidad y/o en volumen de trabajo). Para controlar este aspecto es obvio que debe seguirse un plan de entrenamiento adecuado y coherente a los requerimientos de las pruebas y competiciones que estamos preparando, sin descuidar por ello, la capacidad de dosificar el esfuerzo en competición.
3-Caries o mala higiene bucal: tener caries o cualquier tipo de infección bucal parece también ser uno de los motivos que provoquen la aparición de calambres musculares. En este sentido, no podemos olvidar que cualquier sustancia tóxica que se desprenda desde las piezas dentales va a parar al torrente sanguíneo llegando a través de él al tejido muscular donde pueden actuar de manera negativa influyendo, por lo que parece, en la normal actividad del tejido celular de nuestros músculos. Comprueba el estado de tus piezas dentales para evitar problemas de esta naturaleza.
Hidratación adecuada con aporte de minerales, entrenamiento y control de la higiene bucal parecen ser los principales cuidados que hay que procurar para minimizar el riesgo de calambres musculares. Es cierto que existen remedios poco convencionales, pero aparentemente efectivos, como punzarse la zona de los calambres con un imperdible. Este pinchazo inhibir la contracción muscular conduciendo a una situación transitoria de relajación muscular, y decimos transitoria porque el calambre puede volver a aparecer en cualquier momento. En situaciones de calambre durante el esfuerzo lo más razonable, si es posible, es disminuir el ritmo, hidratarse e intentar estirar con suavidad para relajar ligeramente el tono muscular. De todas maneras, cuando aparecen, nuestro rendimiento ya estará limitado durante todo el esfuerzo, sólo podemos actuar en marcha para minimizarlo, no para eliminarlo por completo.

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